Un territorio cultivado ofrece siempre menos posibilidades de colonización que si está presente una cubierta vegetal natural. En los olivares y campos de labor encontraremos especies generalistas que se adaptan fácilmente a los medios degradados y a los cultivos humanos.
Son aves con estas características las que forman bandadas como el gorrión común (Passer domesticus), el estornino negro o tordo (Sturnus unicolor), en invierno la lavandera blanca o pajarita de las nieves (Motacilla alba) o la perdiz roja (Alectoris rufa que podéis ver en la fotografía).
Pero son más interesantes las riberas de los dos ríos que limitan el término, Guadalimar y Guadalquivir. Las mayores condiciones de humedad en el suelo y el consiguiente desarrollo de la vegetación e incluso de los cultivos de regadío, favorecen una mayor ebullición de vida. En estos biotopos pululan numerosos insectos y otros invertebrados, alimento de los micro mamíferos como ratones, musarañas y erizos, en el arbolado encuentran buen refugio numerosos pájaros, y así podremos escuchar el fuerte canto de los ruiseñores (Luscinia megarhynchos) o ver a la lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) que recorre las orillas del río, en cuyas aguas nadan los barbos y carpas.
|